
Hasta que un día, cuando empezaba a anochecer un poco antes, Lubeta se tuvo que ir hacia el Sur.
“No te vayas, quédate aquí conmigo. El desván es caliente, no tendrás frío” suplicó Norberto.
“No puedo, soy golondrina, en invierno no hay comida para mí aquí” dijo tristemente Lubeta.
“Entonces llévame contigo” dijo Norberto. Probaron: subió el ratón a su espalda pero al intentar volar un poco por el desván ella vio que no podía.
“Lo siento Norberto. Soy una golondrina ligera, no puedo.”